No te voy a pedir nada que no me puedas dar. Ni siquiera quiero pedirte lo que sí podrías.
Estoy escribiendo el final de esta historia, me estoy cansando de tus puntos suspensivos. De verdad que hubo un momento en que pensé que sí, que todos se equivocaban y que había algo en ti que me dejaría quererte. Me equivoqué. Testaruda y estúpida. Tú mismo me lo dijiste, no habría nada de ti que me podría hacer feliz. Realmente yo sigo pensando que sí lo hay, solo que te lo estás reservando para alguien mejor, que yo no soy lo que tú realmente estás buscando, que no soy suficiente.
No importa, saldré de esta. Un día me despertaré sin pensar en ti, una noche me acostaré sin pensar en ti. Y será inevitable poder controlar el latido de mi corazón al verte. Alguno de estos días dejaré de echarte de menos, de querer besarte cada vez que te veo. Y aunque no me olvidaré de la noche en que nos besamos, ya no se sentirá igual.