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sábado, 13 de febrero de 2016

Un día cualquiera

Caminaba por las oscuras y húmedas calles, pensando en todo. O quizás en nada. A mi lado, unos chicos sacando dinero. Enfrente de mí, gente bebiendo alcohol disfrutando de la fiesta. Fiesta que se puede acceder solo con dinero. Hasta donde nos está conduciendo esta sociedad capitalista... Necesitas de esos trozos de metal y de papel hasta para poder respirar. Te venden que el aire es gratis pero, ¿cuánta verdad hay en eso? 
Lo triste es que creemos que esas monedas y billetes tienen valor pero es mentira, el valor se lo damos nosotros. Eso no tiene ningún tipo de valor. 
Sin embargo ahí estamos todos, conducidos como borregos a querer tener más y más y más. Por Dios...

Mientras todos ellos piensan en eso, en querer más y más dinero, yo pienso en una sonrisa, en unos ojos, en un momento. Una señora se acerca. «Please, just buy one... Give me a chance...». Quería venderme una de esas flores de plástico que compras por una triste moneda y que a la que te das cuenta ya has perdido o tu madre la ha considerado basura y la ha tirado. Sintiéndome horrible le contesto que no. No es por el hecho de gastarme una misera moneda, sino lo que esa flor me llevaría a pensar. Pensar en todo otra vez, pensar en querer tenerlo todo y sin embargo no tener nada. Porque sinceramente pienso que tenerlo todo no es tener muchos ceros en la cuenta del banco, sino tener sonrisas guardadas en tu memoria que te transmitan tanto que te haga sentir viva, feliz. De esas sonrisas que sacas en un día triste de tu memoria y te hacen sonreír. Tener besos, besos guardados, ya sean en la esquina de tu casa o en una salida de emergencias. Ya sea en la boca o en la frente. Tener guardados besos largos o tan cortos que ni los notaste. 

Sigo caminando, comiendo chocolate, curando un poco mis heridas. 

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