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sábado, 21 de mayo de 2016

Crecer.

Pasan los años y te crees que por cada cumpleaños más estás creciendo. Que por cada año más vivido, eres una persona adulta y mayor. 
La verdad es que son las experiencias las que te hacen crecer, las decisiones que vas tomando. Ya no se trata de la edad, sino de lo que la vida te pone delante para que enfrentes y, por consecuencia, de la manera en que soluciones lo que está pasando te demuestras a ti y al resto si es real ese nivel de madurez y crecimiento. 
Nunca sabes si la decisión que vas a tomar va a ser la correcta, siempre vas a estar condicionado por el miedo en cada una de esas decisiones, pero de eso se trata, de enfrentarte al miedo y de demostrar quien eres y lo que vales. Hay veces que te va a tocar tomar decisiones duras, decisiones que no te gustan, pero ahí dejas ver tu capacidad de tomar las riendas de tu vida y de ser responsable y maduro frente lo que está pasando.
Ya cansada de ser una niña ingenua, he decidido salir de mi burbuja y empezar a ser adulta, a vivir en este mundo depredador en el que voy a tener que estar y aprender a sobrevivir. 

jueves, 3 de marzo de 2016

Dejarte atrás.

No te voy a pedir nada que no me puedas dar. Ni siquiera quiero pedirte lo que sí podrías.
Estoy escribiendo el final de esta historia, me estoy cansando de tus puntos suspensivos. De verdad que hubo un momento en que pensé que sí, que todos se equivocaban y que había algo en ti que me dejaría quererte. Me equivoqué. Testaruda y estúpida. Tú mismo me lo dijiste, no habría nada de ti que me podría hacer feliz. Realmente yo sigo pensando que sí lo hay, solo que te lo estás reservando para alguien mejor, que yo no soy lo que tú realmente estás buscando, que no soy suficiente. 
No importa, saldré de esta. Un día me despertaré sin pensar en ti, una noche me acostaré sin pensar en ti.  Y será inevitable poder controlar el latido de mi corazón al verte. Alguno de estos días dejaré de echarte de menos, de querer besarte cada vez que te veo. Y aunque no me olvidaré de la noche en que nos besamos, ya no se sentirá igual. 
Cuando todo eso pase, cuando
me olvide de ti, no busques a la chica que lo hubiera dado todo por verte sonreír, se habrá ido y no estoy segura de que vayas a poder recuperarla.
Pero recuerda, se habrá ido porque tú la dejaste marchar. Porque se cansó de un juego en el que solo tú te divertías. 

sábado, 13 de febrero de 2016

Un día cualquiera

Caminaba por las oscuras y húmedas calles, pensando en todo. O quizás en nada. A mi lado, unos chicos sacando dinero. Enfrente de mí, gente bebiendo alcohol disfrutando de la fiesta. Fiesta que se puede acceder solo con dinero. Hasta donde nos está conduciendo esta sociedad capitalista... Necesitas de esos trozos de metal y de papel hasta para poder respirar. Te venden que el aire es gratis pero, ¿cuánta verdad hay en eso? 
Lo triste es que creemos que esas monedas y billetes tienen valor pero es mentira, el valor se lo damos nosotros. Eso no tiene ningún tipo de valor. 
Sin embargo ahí estamos todos, conducidos como borregos a querer tener más y más y más. Por Dios...

Mientras todos ellos piensan en eso, en querer más y más dinero, yo pienso en una sonrisa, en unos ojos, en un momento. Una señora se acerca. «Please, just buy one... Give me a chance...». Quería venderme una de esas flores de plástico que compras por una triste moneda y que a la que te das cuenta ya has perdido o tu madre la ha considerado basura y la ha tirado. Sintiéndome horrible le contesto que no. No es por el hecho de gastarme una misera moneda, sino lo que esa flor me llevaría a pensar. Pensar en todo otra vez, pensar en querer tenerlo todo y sin embargo no tener nada. Porque sinceramente pienso que tenerlo todo no es tener muchos ceros en la cuenta del banco, sino tener sonrisas guardadas en tu memoria que te transmitan tanto que te haga sentir viva, feliz. De esas sonrisas que sacas en un día triste de tu memoria y te hacen sonreír. Tener besos, besos guardados, ya sean en la esquina de tu casa o en una salida de emergencias. Ya sea en la boca o en la frente. Tener guardados besos largos o tan cortos que ni los notaste. 

Sigo caminando, comiendo chocolate, curando un poco mis heridas. 

sábado, 23 de enero de 2016

Hola de nuevo.

Loca. Obsesiva. Apasionada. Alegre. Impulsiva. Risueña. Soñadora. Cobarde y valiente. Perezosa. Ingenua. Orgullosa. Vergonzosa (a ratos). Extraña. Insegura. Y muchas cosas más que me quedan por saber, por descubrir y recordar.
Me gusta y no me gusta ser quien y como soy. Ya lo he dicho, insegura. A veces demasiado. Quizás debería arriesgar más y seguir los consejos que yo misma doy, pero no soy lo suficientemente valiente para ello. Quizás debería pensar menos y actuar más. Pero el miedo a perder es más fuerte que las ganas de ganar. El miedo muchas veces controla mi vida, más veces de las que me gustaría. Pero es que ya he perdido tantas veces...
Me gusta de mí que me río por todo y lloro con nada. Me gusta tener buenas amigas a las que querer y que me quieran. Me gusta bailar toda la noche, mañana o tarde; nunca supone un problema ni la hora ni el lugar. Soy de las que saltan cuando empieza la canción que tanto me gusta, de las que cantan fuerte en la ducha. Me gusta pensar en viajar lejos, en volar lejos (no literalmente, es físicamente imposible), en respirar distintos aires, en gritar, en sacar mil fotos, en tener grandes recuerdos. También soy de las impulsivas que mandan todo a la mierda cuando se enfadan o cuando algo no les sale a la primera. Soy muy perezosa como para levantarme de la cama los días de lluvia y salir a buscar lo que quiero. Me enfado enseguida pero, recordando lo de antes, con tres palabras tontas se me pasa.
Quizás (me encanta esta palabra, por lo de insegura) soy muy soñadora, demasiado. Desde pequeña he estado esperando a ese supuesto príncipe que venga a por mí y me cumpliera todos los sueños, que me hiciera feliz, que me acompañara. Lo que he ido descubriendo a lo largo de los años es que esa persona que estoy buscando soy yo misma. Yo tengo que enfrentarme a eso sola, yo tengo que salir y luchar por mis sueños. Y, sobretodo, soy yo quien al final del día decide si estar feliz o no, y quien decide si despertarse de buen o mal humor (la mayoría de las veces es de mal humor, odio las mañanas).
Me queda tanto por aprender, por recorrer, por vivir. De momento seguiré siendo esta dieciochoañera loca, obsesiva, apasionada, alegre, impulsiva, risueña, soñadora, cobarde y valiente, perezosa, ingenua, orgullosa, vergonzosa (a ratos), extraña e insegura.